lunes, 27 de octubre de 2014

Cada niño que llega a nuestra vida ...

... nos da la posibilidad de sanar nuestro propio niño interno, removiendo viejos conceptos, prejuicios y maneras de vincularnos que aprendimos en nuestra propia niñez..
A lo largo de todos estos años en los cuales nos hemos dedicado a la investigación y al trabajo con niños, tanto en las escuelas como en el ámbito terapéutico, infinidad de veces nos hemos visto conmovidos por su pureza, su profunda conciencia, su aguda percepción, su capacidad de abrir el corazón y su entrega a quien está dispuesto a entrar en su mundo sin preconceptos ni prejuicios.
Pero nada de esto fue comparable a la conmoción interna que produjo la llegada de nuestros hijos.
Más allá de nuestra experiencia con los niños y de nuestros conocimientos, la llegada de cada uno de ellos trajo consigo imágenes, recuerdos velados de nuestra propia infancia:
La voz de nuestros ancestros se hizo oír a través de sus conductas y palabras.
Y se abrió ante nosotros una nueva oportunidad para redimensionar tanto nuestra vida personal como nuestra mirada sobre los niños.
Cada uno de mis hijos refleja un aspecto diferente y a la vez complementario de mi misma.
Su presencia en mi vida me permite revelar a cada paso aspectos ocultos de la trama familiar y de mi propia conciencia mostrándome dos polos que parecen opuestos pero que no son más que las dos caras de mi propia moneda.
Sandra Aisenberg "Los niños como espejo"
sandraaisenberg@gmail.com 

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